martes, 16 de noviembre de 2010

ME LLAMO LIMA Y NO ME ACUERDO


Me llamo Lima. Creo que hace un tiempo tuve un accidente y perdí la memoria. Muchos me tratan de loca, sucia, caótica, sin futuro. Otros me dicen que soy una vieja. No tengo idea cuántos años tengo. Veo mi cuerpo y supongo que soy una mujer mayor, pero mi partida de nacimiento dice que soy muchachita todavía. No puede ser. Estas arrugas, estas canas, este cansancio, no es propio de una joven. Me miro al espejo y no me reconozco. No se quién soy. Me dicen tantas cosas siempre. Se que me llamo Lima y que de más joven fui bonita, delgadita, de cintura de avispa, jjj. Esto me lo han contado. Que traía a los hombres locos. Que venían cabalgando a verme y me rodeaban con sus caballos de paso. Que me tiraban flores a los pies y que yo me las ponía en el cabello. Después me fui engordando, envejeciendo, cambiando de forma y, de repente pues, perdiendo la razón. Hace poco hablé con psiquiatra y me dijo que estaba preocupada, que podía ser alguien con muchas personalidades. Que tenía que hacer memoria. Pero cómo cuesta. Hoy hay una señora Alcaldesa. Dicen que ella me va a cuidar. Pero ¿me conoce? ¿sabe lo que necesito? A mí nunca me han preguntado qué quiero. Será que no lo se. Pero esta alcaldesa dice que me quiere recuperar. Y qué querrá recuperar. ¿Mis huesos? ¿Mis vestiduras? ¿Mi alma? o mi memoria. Dicen que soy como un rompecabezas. Qué me importa. A veces lloro de noche, porque no recuerdo bien quién fui. Después se aparecen montones que me llaman mamá. Dicen que tengo muchos hijos. Pero cómo van a ser mis hijos si me tratan así, me pellizcan, me gritan, me empujan. No pueden ser hijos, ¿no? No me importa que todos sean distintos. Será que tuve muchos maridos, pues. Qué rico, jjj. Eso no me importa. Yo les he dado una cuna y los he alimentado con lo que soy. Pero ellos a mí. Será que esta alcaldesa les dirá como tratarme. Será que esta alcaldesa, que dicen que es mamá también, me va a entender. Cómo será, pues. Yo ahorita lo que más quiero es recuperar mi memoria. Bañarme todita y estar bien peinadita y vestidita. Cuando eso pase, quiero ir a la Reniec, así me han dicho que es ese lugar, y pedir que me cambien mi partida de nacimiento. No soy niñita. Cuando recupere mi memoria podré decirles cuándo nací. Cuando recupere mi memoria podré contarles muchas historias. Cuando recupere memoria podré decirle a la señora alcaldesa lo que necesito. Podré señalarle el camino y podré decirle a mis hijos, aquí estoy, no me he ido.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

EL MAPA


Hace unos días hice este ejercicio: armar un album de fotos de la arquitectura de Lima de los últimos cuatro mil años. Así es, con todo lo pomposo y exagerado que suena. Era un ejercicio al fin y al cabo y quería saber qué podían decirme todas esas imágenes puestas en una línea de tiempo.

Y aunque sonara absurdo, no era imposible. Esos cuatro mil años*, después de todo, no son una leyenda. Es evidencia con la que vivimos a diario.

Lo curioso es que nos acostumbramos a no ver.

Será porque a la mayoría nos dijeron que acá, antes de 1535, sólo habían existido aldeas sin importancia. Y eso, cuando alguien hablaba del tema, que era casi nunca.

Así que internalizamos la ceguera. El mapa se impuso...

Hasta que en los últimos 25 años empieza a salir la información que cambió todo. El nuevo conocimiento de la arqueología que por fin nos dice, 'Señores, en los últimos cuatro mil años lo que hubo acá fue arquitectura monumental de primer nivel'.

Así. Con todo lo chauvinista que puede sonar. Pero es cierto. Y es fascinante. Sobre estos valles llevamos miles de años construyendo.

Hasta hace dos años, por ejemplo, yo no tenía idea de lo que habían sido los Templos en U. ¿Y ustedes? ¿Saben que esta enormidad de construcciones surgieron en nuestros valles hace unos 3.500 años y que todavía nos quedan vestigios de eso?

Así es. Lo que en otras ciudades del planeta es un tesoro que guardan, protegen, enaltecen, aquí no lo conocemos.

Por dignidad se han negado a desaparecer. Cualquier día que quieran visitarlas ahí están: Garagay, Huacoy, La Florida, y varias más.

Es cierto, requieren un ejercicio de imaginación para saber como fueron. Pero también requieren esfuerzo e inversión. Y autoridades que tengan visión y ganas de hacer cosas.

Hace unos días leía en la página de una organización, el Global Heritage Fund, una verdad como un ladrillo: el patrimonio histórico en los países ricos es una fuente de ingresos. En los países pobres, es un problema.

Y ese parece ser nuestro problema. Quizás en parte la culpa está en la historia que nos contaron en los últimos 500 años. Quizás. Pero nada más vean el mapa.

Cuando lleguen al año 1535 en la galería de imágenes que acompaña esta nota, encontrarán un mapa. Con ese mapa nos quitaron la memoria. Y ahora sólo estamos empezando a recuperarla.

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* Nota aclaratoria: la propuesta de Lima Milenaria habla de 2.200 años de continuo desarrollo urbano y no de 4.000, porque los Templos en U fueron abandonados.